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Desde los tiempos en que Albert Einstein ganó el premio Nobel por su explicación teórica del efecto fotoeléctrico (y no por la teoría de Relatividad General, como algunas personas piensan), diversas instituciones científicas y empresas han empleado ciencia y tecnología para lograr la conversión masiva de energía solar en eléctrica, con resultados más o menos frustrantes, durante varias décadas.

Perovskita

Esto ha cambiado recientemente, por varios motivos: las celdas fotovoltaicas, encargadas de la conversión de energía solar en eléctrica y tradicionalmente fabricadas a partir del silicio (un material abundante en la naturaleza pero de poca eficiencia energética), empezarán pronto a construirse de materiales más eficientes como las perovskitas, una clase de material mucho más económico, adaptable a cualquier superficie destinada a la producción de energía eléctrica a partir de energía solar.

Otro motivo de peso en la masificación del uso de esta clase de energía, lo encontramos en los esfuerzos de dos empresas furiosamente innovadoras y comprometidas con esta “revolución solar”: TESLA Motors y SolarCity. Ambas tienen una misión y varios retos en común… además del mismo propietario: el físico sudafricano Elon Musk, genio y gran visionario de nuestro tiempo.

Siguiendo los pasos de Tesla Motors, la compañía sueca Volvo se ha convertido en la primera automotriz tradicional en abandonar la producción de vehículos con motores de combustión interna exclusivamente. A partir del año 2019 fabricará solo modelos con motor eléctrico, e híbridos.

Recientemente científicos israelíes presentaron al mundo lo que podría ser el “pavimento” de las carreteras y autopistas en un futuro cercano: paneles solares ensamblados a lo largo de la vía y sobre los cuales transitan los automóviles, obteniendo la recarga de su batería en forma inalámbrica.

Autopista con arcen de recarga de vehículos eléctricos

En otras latitudes, países como Noruega y Holanda no permitirán la venta de vehículos a gasolina o diésel a partir de año 2025; la misma capital de Noruega ha promulgado ordenanzas a nivel municipal en las que prohíbe en su jurisdicción la circulación de vehículos con motor de combustión interna a partir del año 2019.

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